Hoy, el Distrito de San Juan es la región de mayor desigualdad social en todo el continente americano y una de las de mayor desigualdad de todo el mundo. Mientras esto ocurre, el Gobierno en su País de las Maravillas, sigue soñando con trenes que no llegan a ningún lugar, con un desarrollo urbano que no responde a las necesidades de sus ciudadanos, y por supuesto con asfaltado, porque en este país nos encanta asfaltar. Se ha convertido en el nuevo indicador de progreso y desarrollo. En su visión de país, si su calle está asfaltada, eso significa que el gobierno está “haciendo que las cosas pasen”. Esto es un reflejo de cuán trastocadas están las prioridades de este gobierno. Nuestro Distrito vive una crisis de seguridad pública, carece de un sistema de transporte público sensible a las necesidades de la clase trabajadora, carece de alternativas de vivienda asequible para sus residentes, y para los emprendedores. Hoy San Juan es la peor ciudad en todos los Estados Unidos para desarrollar negocios.

 

Hoy tampoco existe una sola voz en las estructuras de gobierno municipales ni entre sus legisladores de distrito que se atreva a levantar la voz ante el gobierno sobre la crisis de seguridad, salud, vivienda, educación y de trabajo digno que viven sus ciudadanos. Necesitamos un gobierno que se atreva mirar la pobreza a la cara en lugar de barrerla bajo la brea de la insensibilidad y la ignorancia. Mientras no se prioricen las necesidades fundamentales de nuestros ciudadanos, nunca podremos aspirar a ser una mejor ciudad.

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Vivimos en un Distrito formado a su vez por el más diverso conjunto de comunidades, cada una con sentido de pertenencia e identidad propia, convirtiendo a nuestro Distrito en el más representativo e inclusivo de todas las regiones del país. De la montaña a la costa, el Distrito de San Juan, Aguas Buenas y Guaynabo ha sido y es reflejo de la realidad en todo el país; del sacrificio del hombre y la mujer trabajadora, de las mujeres jefas de familia; del pequeño comerciante que libra una lucha por sobrevivir los grande retos de las grandes ciudades.

 

En tiempos de grandes necesidades, nuestra gente ha comprobado su capacidad para enfrentar la adversidad. Estoy convencida de que todos y todas podemos, y tenemos la responsabilidad procurar una vida digna y de prosperidad para nuestros ciudadanos en todas nuestras comunidades, para las generaciones de hoy y para las del mañana. Precisamente, nuestro Distrito es cuna de organizaciones de base comunitaria que no tan solo han asumido la responsabilidad de la labor social que corresponde al gobierno, si no que también nos proveen respuestas a muchos de los problemas del presente hacia un mejor futuro. Día a día, las organizaciones comunitarias luchan contra la violencia desmedida, la erradicación de la violencia de género, la violencia contra nuestra niñez, la protección de nuestros adultos mayores, de inmigrantes, así como del ambiente, los estragos de los fenómenos atmosféricos, y muy importante, estas organizaciones luchan día a día por los derechos fundamentales de todos y todas.

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Como vecinos de San Juan, Aguas Buenas y Guaynabo, tenemos una responsabilidad ineludible con la protección de los derechos de los sectores vulnerabilizados, pero también una gran responsabilidad histórica con la erradicación de la pobreza y con atajar la brecha de desigualdad social en nuestras comunidades.

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No nos podemos conformar con dos países en nuestro Distrito: uno pobre y uno rico, como está ocurriendo en todo Puerto Rico, donde más de la mitad de su gente vive bajo niveles de pobreza. Hoy me presento a ti como aspirante a Senadora por el Distrito de San Juan, Aguas Buenas y Guaynabo.

 

Necesitamos voces fuertes y valientes como la tuya. Juntos, tú y yo, sembraremos semillas de esperanza en todos los rincones de esta isla para lograr el país que todos y todas queremos.

 

Alcemos la voz.