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A mis compañeras feministas en todos los espacios políticos




Yo he vivido gran parte de mi vida en las fronteras, moviéndome entre espacios de diversidad de pensamiento. En un mundo que cada vez más se mueve a ver las cosas en blanco o negro, resulta difícil ser un tono de gris, o peor aún, ser de colores. Da trabajo a veces hasta ponerse uno mismo un sello, lo que trato de descartar, porque en algunos espacios del Partido Popular Democrático soy una “comunista fashion”, y en otros espacios de activismo social soy una “populete conservadora”. “Yisus”, estos de las etiquetas agota. Muchos no entienden “por qué” sigo en el Partido Popular y yo les contesto: “tengo una lucha desde adentro por defender los derechos de las mujeres, en contra del machismo y la desigualdad, que es importante dar en todos los espacios. Esta es mi lucha es mi espacio político y no la voy a abandonar.”


Lo que no acabo de asimilar es la actitud de algunos que se hacen llamar liberales en este país. Cuando alzo la voz para criticar el machismo en mi partido, soy una heroína… “¡Valiente Ivonne, estamos contigo!”. Pero que ni se me ocurra levantar la voz contra el machismo y la violencia de género en el PIP o MVC, porque en el PIP y MVC son “puros y castos”. Miro horrorizada y desesperanzada a los “movimientos de política alternativa” por cómo ambos partidos han manejado los “incidentes” de acoso sexual y laboral contra mujeres de su propio partido. Mujeres militantes que han dejado su piel para defender y levantar una estructura política que se llena la boca en alardes de discurso feminista. Mujeres que alzaron su voz por movimientos políticos que fueron levantados con sus propios reclamos. Al final todos nos convierten en jarrones decorativos de barro o de cristal, el “token” feminista para decir que cumplo con la cuota de diversidad.


Claramente los partidos de izquierdas toleran mucho más un tipo de feminismo que otro. Es más, uno lo alientan mientras que el otro lo desaniman; alentar el primero es una forma, nada disimulada, de combatir el segundo. Es decir, los partidos no son nunca neutrales ante los distintos feminismos. Digamos que los partidos enfrentados a la idea de que algo de feminismo tiene que haber, prefieren un feminismo que pretenda renombrar o dotar de nuevos significados a los roles de siempre; que lo consiga o no esa es otra cuestión. Eso resulta mucho menos amenazador para ellos, seguramente porque la capacidad de renombrar desde la impotencia no existe. Y porque la capacidad para determinar qué es importante y qué no, toca nada menos que el androcentrismo sobre el que está construido todo, desde la cultura hasta su propia subjetividad. Si desafías el androcentrismo desafías lo que entienden por realidad, lo desestabilizas todo.


En la “nueva política”… en todas partes tiene que haber mujeres. Nada se puede hacer ya en política si no hay mujeres, bienvenido sea. Hemos conseguido poner mujeres en casi todas partes. Ahora quizá tengamos que comenzar a pensar en qué mujeres tienen que estar, porque también hemos aprendido que la paridad tiene un lado perverso que tarde o temprano, tendremos que afrontar. Para empezar es muy normal que mientras que ellos, los que hablan, los que salen en la foto, los que mandan, sean siempre los mismos, nosotras, en cambio, seamos siempre distintas. A nosotras nos turnan. Así ellos se hacen los dueños, se empoderan en la organización, se hacen conocidos, se labran una carrera. Ellas, en cambio, nosotras, muchas veces parecemos ser puestas a la medida. “Tiene que ir una mujer, busca una de la marea blanca, o de la verde, o de la roja…”


Hay algo que muchos no acaban de entender… sobre todas las cosas, antes de ser “militante política” soy mujer y puertorriqueña. Defiendo y promuevo políticas públicas para enfrentar la desigualdad social, la pobreza, la violencia, desde mi perspectiva como mujer y puertorriqueña, en mi espacio político. Y para eso reclamo mayores espacios de participación efectiva para las mujeres. No más espacio… reclamo el que es nuestro. Repudio por eso la violencia contra las mujeres en los espacios políticos que limita esa capacidad de participación efectiva. Ese espacio lo defiendo no tan solo en mi partido, si no en todos los espacios políticos.


He recibido violentos e incontables insultos de militantes de partidos de “izquierda” porque “les toqué” a sus candidatos. Esta reacción del machismo fundamentalista de la izquierda está cargada de violencia. Curioso que a los de “partidos tradicionales” nos pidan que despertemos cuando muchos de ellos no pueden detectar el machismo más allá de sus gríngolas. Entramos en tiempo del multipartidismo, lo que aplaudo, entiendo saludable y necesario. Al hacerlo, procuren quitarse los lentes del machismo y del fundamentalismo (de izquierda y de derecha). Yo me quité las malditas gríngolas hace mucho y todo cambió para siempre. Una vez que una sabe, no puede elegirse no saber. #AlcemosLaVoz

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